¡Dina a bordo! -Russell-

Un estruendoso grito rompió el silencio de la clase en que Russell se encontraba. Pestañeó varias veces incómodo... ¿Porqué se le hacía como que aquella voz la había escuchado antes? Y eso que el sonido había llegado desde bastante lejos. Un momento, sus padres habían mencionado algo un e-mail reciente... ¿Podría ser que...? No no, ella le habría avisado. ¿Qué clase de hermana llegaría de la nada a un instituto sin haberle avisado antes su propio hermano?

Sonó la campana, y Russell recogió sus cosas, las cuales guardó rápidamente en su mochila. Salió de salón, dispuesto a ir a echarse sobre su cama y hacer nada por le resto de la tarde. No, Russell no era un antisocial, pero su recurrente insomnio estaba causando estragos con su capacidad de razonamiento. Por no decir que prácticamente estaba a punto de quedarse dormido de pie. Detuvo bruscamente su caminar al escuchar una melodía familiar. Una armónica...

Frunció el ceño. No podía creer que no le hubiera avisado, pero bueno, quizás lo había olvidado. Se arregló la mochila al hombro, tomó aire, y se lanzó a la carrera como endemoniado en la dirección contraria. Giró varias veces en los pasillos que eran similares a un laberinto para él, subiendo y bajando escaleras sin parar. La melodía se volvía cada vez más intensa, lo que le indicaba que se estaba acercando a su objetivo.

Desde el final del pasillo, observó una pequeña figura en la distancia, de cabellos rubios y una sonrisa que él conocía casi a la perfección. Su propio rostro se iluminó de alegría, y corriendo como endemoniado el tiempo cambió a slow motion. Russell abriéndose paso bruscamente entre la multitud, haciendo volar varias partituras de uno que otro alumno que se cruzaba en su camino, pero a él no le importaba. Continuó corriendo lo más rápido que pudo, consiguiendo acortar la distancia entre ellos dos en un abrir y cerrar de ojos. Y había que decirlo, a pesar de dejar caos a sus espaldas, sus pies casi no emitían sonido alguno al correr. Finalmente, cuando se encontraba a tan sólo dos metros de distancia, Russell extendió los brazos y pegó un salto digno de un atleta olímpico. Su mochila voló por los aires, mientras él volaba también con una enorme sonrisa en el rostro.

"¡¡¡DIIIIIIIIIIINAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!" Exclamó fuertemente, frenando a último momento para evitar irse con ella al suelo. Sabía que debía temer por su seguridad física y psicológica si, sin quererlo, causaba que la armónica cayera al piso. Pero claro, el que hubiese frenado no evitaba que él hubiera hecho lo que tenía en mente. Abrazó fuertemente a su hermana, quizás más de lo que debería haberlo hecho.

"¡No puedo creer que NO me hayas avisado cuándo llegabas! No sabes lo preocupado que me tenías..." Dijo con voz excesivamente melodramática, mientras se secaba una lágrima obviamente inexistente. Luego suspiró, mirando a Dina con un rostro que claramente decía 'Ah... cuánto has crecido desde la última vez que te ví'. Le dió un beso en la mejilla.

"Bien, bien, pongámosnos serios. Ejem... ¿Cuáles son tus excusas por no haberme dicho nada? ¿AH?" Dijo mientras se cruzaba de brazos, esperando su respuesta al mismo tiempo que ignoraba las miradas curiosas de uno que otro alumno por allí. Sí, bueno, no era tan normal que hubiera una persona hablando en ruso, y que además volara por los aires para saludar a una persona.